No más muertes

Ocurrió el 1 de noviembre de 1.988 en la costa de Tarifa.

 

Ese día el Campo de Gibraltar conocía por primera vez de la existencia del naufragio de una patera con jóvenes marroquíes a bordo. El resultado era de un joven muerto y 18 desaparecidos, los cadáveres de algunos de ellos fueron apareciendo a lo largo de los días posteriores.

 

Los supervivientes contaron que buscaban trabajo en España.

 

En ese año aún no se había implantado la obligación de visado para entrar en España a nacionales de Marruecos. La norma entró en vigor en mayo del año 1.991. Inmigrantes marroquíes que viven en Algeciras desde la década de los -80, cuentan que era muy difícil y costoso lograr la expedición del pasaporte para la salida del país; las autoridades marroquíes lo impedían. En aquel tiempo, el objetivo migratorio era llegar a otros países europeos (Alemania, Francia, Bélgica…) y esta zona era realmente un lugar de paso.

De hecho, en los primeros años de la Asociación, el mapa geográfico era una herramienta esencial de trabajo ya que a muchos de quienes llegaban, había que aclararles que no se encontraban en Barcelona sino en el otro lado del Estrecho, a unos pocos kms. de la costa marroquí. En ocasiones, el “tiburón” (patrón de la patera) alargaba varias horas el viaje en la noche y al arribar a la costa les decía que ya se encontraban cerca de Francia.

 

En estos veinte años, mujeres y hombres, menores y personas en edad adulta, y madres con sus bebés, han utilizado “el cruce del charco” para cumplir su sueño de trabajar en Europa. Durante años se les conoció como “espaldas mojadas”. La mayor parte eran procedentes de Marruecos, pero también han llegado desde diversos países de África subsahariana y, los menos, de algún país asiático.

Por los datos con que cuenta Algeciras Acoge, la primera mujer que pasó en patera lo hizo en el año 1.992, se llamaba Rachida y antes de iniciar su viaje a Europa estaba muy contenta porque era la primera vez que subiría a un barco; se preparó para la ocasión con su mejor vestido y zapatos de tacón, sin embargo, el miedo la atenazó cuando en la noche la llevaron a una playa y la empujaron a subirse en una patera.

 

El primer menor llegado solo, que hoy sería nombrado como MENA, fue atendido en la sede de la Asociación en el año 1.993, tenía 16 años y su destino era Italia. 

Los medios utilizados han sido de lo más variopintos, algunos incluso ingeniosos: barcas pequeñas hinchables, motos acuáticas, hidropedales, cámaras de rueda de camión, tablas de windsurfing… Y los más conocidos: pateras, barcos pesqueros y embarcaciones neumáticas. Hace años, los propios inmigrantes ya se referían a los barcos nodrizas que los dejaban en alta mar, o que arrastraban las embarcaciones pequeñas hasta cerca de la costa.

La patera, una embarcación de madera que podía contener alrededor de 30 personas fue sustituida en los comienzos del año 2.000 por las “zodiacs” que podían trasladar a unas 60. Dejó de nombrarse “zodiacs”, según contaba un mando de la guardia civil, tras la insistencia de la compañía francesa fabricante de esta marca porque les estaba repercutiendo negativamente en su imagen pública. A partir de ahí comenzó a hablarse de las embarcaciones neumáticas.

 

Los precios del cruce en embarcación pequeña han ido en aumento con el transcurrir de los años, oscilando entre las 30.000 ptas. de los primeros tiempos, a los 3.000 euros o más de los últimos; pasando por “rebajas”, si conocías al “patero” o “tiburón” y, la “oferta” de un solo pago por dos posibilidades de paso si en el primer viaje te detenían y se producía la repatriación. 

No puede olvidarse el puerto de Algeciras y, en la actualidad también el de Tarifa, como una vía más de entrada utilizada por: quiénes no cuentan con dinero suficiente para hacerse de una plaza en la patera o embarcación neumática (vienen en bajos de camiones y de autobuses, contenedores, maleteros u otros pequeños habitáculos de los vehículos,…); quienes pagan grandes cantidades por documentación falsa (ronda los 7.000 euros); quienes deciden arriesgarse a pasar sin más (conocido como “por la cara”); o quienes son trasladados/as por familiares o gente conocida, escondidos/as en sus vehículos. En este último caso sin ningún ánimo de lucro, aunque las penas impuestas sean las mismas que cuando el pago de una cantidad ha marcado el traslado.

 

Sea cual sea la ruta y el medio usado, la muerte o las consecuencias graves para la integridad física han estado presentes en estos veinte años de inmigración irregular en la zona del Estrecho. Mujeres y hombres, menores y personas en edad adultas, madres jóvenes y sus bebés; sus vidas fueron absorbidas por la tragedia.

 

Algeciras Acoge, 2.010